Generalmente cuando tienes la ocasión de pararte, es cuando te sueles dar cuenta de la dimensión de las cosas. Llevo una época en la que entre unas cosas y otras he ido muy deprisa, y sin tener tiempo apenas para reflexionar. Aunque la verdad, quizás ni siquiera haga falta hacer eso. Cuando ves las cosas tan claras, y resulta que no eres una persona que se caracterice precisamente por eso, ya indica suficientemente cómo está la situación. Aparte de que racionalizar sentimientos es bastante difícil. Puedes enumerar todo lo que te gusta de alguien, y de ahí sacar la conclusión lógica, pero no se acercará nunca a describir lo que sientes por esa persona.

Por otro lado, y viendo especialmente sucesos a mi alrededor, se saca una enseñanza, y es que siempre hay que aprovechar el momento actual, y saber valorar lo que se tiene. No dar nada por sentado, ni pensar que siempre estará allí porque todo un día puede cambiar y será solo en ese momento cuando nos demos cuenta de aquello que tuvimos la suerte de tener y ya no tenemos. Que no sea por falta de atención, ni de cuidado, ni de comunicación.

“lo bueno de los años es que curan heridas, lo malo de los besos es que crean adicción”
(J.Sabina)