Este fin de semana he iniciado la rutina del verano. Desde que tengo uso de razón voy a un club deportivo y los fines de semana de los veranos suelo pasarlos en buena parte allí, en la piscina. Me he dado los primeros baños de la temporada, he nadado intentando no pensar en nada, pero la verdad, soy incapaz, mientras estoy en el agua le voy dando vueltas a las cosas, sobre lo que es, sobre lo que no, sobre si sabré apostar si llega el momento, sobre la preocupación que me produce que cierta persona se estrelle, precisamente por eso, por arriesgar, por apostar...en fin, rayadas varias sin conclusión clara.
Y claro, allí también estaba ella, después de varios meses sin verla; es muy curioso, hace bastante tiempo que ya no siento lo que sentía, pero sigo teniendo una especie de tic, mi mirada sigue tendiendo a buscarla, no lo hago conscientemente, pero me sale, sigue teniendo esa sonrisa y esa cara de niña traviesa,(por qué será que la gente que me gusta tiene esa cara, así como de pilla); ese sentimiento que yo tenía desapareció, y ese pensar en ella, también, se que no quiero volverme a enamorar de esa manera de otra persona, sabiendo que no hay nada que hacer, y por eso lucho para ser capaz de atajar sentimientos a tiempo, y reconvertirlos ahora que todavía puedo.
Y hoy para terminar el día he tenido una conversación con una persona que me ha dejado bastante tocada, y que ha hecho que constate lo que ya sabía, y es que no deja de ser bastante triste que yo solo sea la mejor opción cuando soy la única opción, cuando parece que el resto te deja tirada es cuando recurres a mí, es triste para las dos, la verdad, eso es lo que a mí me parece.