Miras a alguien y es como verte en un espejo, se siente como tú te sientes o has sentido, le invade la tristeza como a tí sin un "gran motivo" concreto, se deja vencer como tú te dejas vencer, le cuesta expresar las cosas como a tí te cuesta, se aisla como tú te aislas...y entonces es cuando realmente te das cuenta viéndolo en otra persona de lo difícil que a veces se lo pones a los otros, y de que la solución principalmente tiene que salir de una misma; si no, no hay nada que hacer.

Ayer me veía diciendo las frases que tantas veces me han dicho a mí para que saliera de donde me había metido, creyéndomelas, sin duda, pero sabiendo perfectamente lo que siente la persona que las escucha y lo complicado que es pasar de admitir qué es lo que debes empezar a hacer, a ponerlo en práctica realmente.

Ahora, no voy a pasar de largo, me pienso quedar, y mentiría si no dijera que lo hago tanto por ella como por mí.

En todo tipo de relación existe un momento clave, un paso que se da o no se da, y que representa un punto de no retorno; sea de una manera o de otra, nada vuelve a ser igual y eso determina cómo será el futuro.

A veces me da por hacerme trampas a mí misma,(que es lo peor que se puede hacer), del tipo si pasa esto haré esto otro, y entonces pasa, y como no te viene bien hacer eso, cambias los parámetros para no tener que hacerlo.
A veces quieres que sean los demás los que tomen la decisión, que te saquen a flote o que te hundan, pero quieres dejar la pelota en su tejado para no decidir.
Porque nunca sabes decidir con convicción, porque ayer te levantaste con una idea muy clara de lo que ibas a hacer y hoy piensas de manera opuesta.

Porque ser honesta con una misma es de lo más difícil que hay.

Una noche de copas puede no parecer el momento más adecuado para filosofar sobre los diferentes estadios en las relaciones sociales, la evolución de la amistad, lo que esperamos de los que consideramos amigos, etc, pero las circunstancias ayer se dieron así, y creo que precisamente hablando de ello afianzamos más nuestra amistad.
Tengo que encontrar el momento de contárselo, siento que se lo debo.

Pues sí, será que no estoy preparada, que en el fondo me den tanto miedo algunas cosas que puede que consciente o inconscientemente las evite, ya se sabe, quien evita la ocasión evita el peligro.

La gente como yo queremos juntarnos con un tipo de persona completamente opuesto al nuestro, a ver si se nos contagia algo, y lo que solemos conseguir es ser nosotros quienes contagiemos esa nube negra que llevamos encima, y no, no quiero sufrir más de lo que ya lo hago, y no, no quiero que nadie lo pase mal por mí tampoco.

Dicen que si no aprendes primero a estar a gusto contigo, no podrás estar a gusto con alguien. Seguramente yo nunca lo esté, y ya soy muy mayor como para autoengañarme pensando que aparecerá alguien que me ayude a quitarme todos esos miedos cuando menos me lo espere. Ya no. No, porque no quiero impacientarme, ni caer en la desesperanza. Simplemente no quiero desearlo, quiero aparcar este tema para siempre.

En este eterno bucle en el que vivo, ahora toca el momento de vivir y de pensar en que todo pasa, que ciertas cosas con el tiempo duelen menos y que siempre hay enseñanzas positivas que sacar. Esto lo sabemos todos pero frecuentemente lo olvidamos, al menos, yo, cada vez que paso por esas crisis en las que pienso que nada funciona como debería, y se me olvida, se me olvida que luego saco esta conclusión para después recaer y así una y otra vez, una y otra vez, demostrando que efectivamente el ser humano es el único animal que tropieza dos veces (y más) con la misma piedra.

Ya hemos dejado claro que la nostalgia no es buena, que dice la canción que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver, pero yo he "vuelto" a cierto lugar y me he sorprendido disfrutando, lo hice entonces, y lo hago ahora, he podido tomar una cierta distancia, y sinceramente no creo que me haga mal, ni hago mal a nadie, y creo que es parte del proceso, que en realidad eso es lo único que nadie puede quitarme, y que estoy en el buen camino, porque el método drástico conmigo no funciona. Se que mi visión está deformada, pero es lo que hay.

Ah, y que cierto es eso del poder terapeútico de la musica, ya lo creo.

Creí que el fin de semana iba a caer pesado como una losa sobre mí, que la nostalgia me invadiría, ese vicio tan nefasto, y que se me haría eterno. Pero no.
Afortunadamente estuve muy acompañada y muy ocupada, y conseguí disfrutar el presente y no pensar en el pasado. No hay nada como no tener tiempo para pensar. Siempre que lo tengo, acabo sintiéndome peor.

Y hoy, se me ha ofrecido una segunda oportunidad, así que habrá que intentar aprovecharla, porque no hacerlo seria de idiotas.